Las ideas innovadoras por lo general no se pueden llegar a observar cuando se nos muestran delante de nuestros ojos la primera vez.
Recuerdo que hace unos años cuando salió el iphone de Apple pensé que se trataba de un dispositivo extremadamente caro, digno más por el precio que por merecimiento, de gente, digamos, “pudiente”.
Cosas de mi mente salieron como ¿Para qué quiero un teléfono tan caro si ni los teléfonos me gustan? ¿Por qué la gente paga tanto por un teléfono con mp3, si hay zondas de 2000 pesos que hacen lo mismo?
Seguramente será la opinión, incluso al día de hoy, de mucha gente; llevan sin duda parte de razón en ello, pero prefiero repetir la máxima que hace no mucho le decía a un amigo del trabajo cuando criticaba duramente al dispositivo “Lo criticas porque no tienes uno”.
Después de unos años, pude, más por vanidad que por convicción, hacerme de un gadget de la marca de la manzana, un iphone para ser más exactos. Al principio me pareció un aparato muy bonito, estaba a gusto con la compra pues pensé que no necesitaría comprar un teléfono más nuevo en por lo menos unos tres años.
Después (como una semana después) cometí un error “lógico”: Resulta que la persona que me lo vendió no me dijo que se trataba de un iphone de “fayuca” y que por lo consiguiente Apple no permitía ni permite que un dispositivo sea utilizado en una región distinta a la cual procede, y yo lo había actualizado pensando que el aparato era totalmente legal.
Conseguí de esa forma un pisapapeles de 8500 pesos (si no mal recuerdo que costó) la desesperación y las ganas de no dejar morir mi inversión me fueron orillando a investigar horas y horas continuas en internet foros, páginas y páginas, hasta que un día en un tutorial de YouTube alguien parecía responder el origen del problema. Pregunté al autor del video acerca de mi problema, y aunque no pudo resolverlo, él y una mujercita, a la que le estoy muy agradecido, me recomendaron (cada uno) una página (gracias a Dios y a las redes sociales) en las cuáles podría haber una explicación y solución a esto.
Con los meses me fui cultivando y a suerte de cualquier autodidacta me sumergí en el mundo del jailbreak, aprendí a instalar y desinstalar aplicaciones de paga “gratis” (sabemos piratería), a instalar y desinstalar su firmware o sistema operativo, y aprendí a como evitar que, en lo sucesivo, me volviera a ocurrir un accidente como aquél.
Más adelante, el teléfono se fue convirtiendo en mi obsesión, al grado de que ya pasaba más tiempo con él que con la computadora, la cual fue prácticamente abandonada.
Es un buen dispositivo no lo niego, me cautivo, tanto que hasta mis dos hermanos, cuñada y varios amigos del trabajo (incluso ese que lo criticaba y que hasta ya se compró dos) lo adquirieron, no importando que “tan caro” es en si.
Como toda cosa buena, que no perfecta, tiene sus desventajas, no puedes compartir archivos por medio de su existente bluetooth y sobre todo, y que se a extendido a todos los rubros de la tecnología, hay que actualizarlo, muy a menudo, de hecho demasiado a menudo, tanto que llego al hartazgo.
A veces se cae hasta en lo ridículo de que haya cerca de unas 5 actualizaciones a la semana, bueno fuera que solamente de una parte de la aplicación o sistema operativo, pero no, cada vez que se tiene que actualizar algo, tiene que ser una actualización por completo, es decir, bajar toda la aplicación otra vez.
Pero bueno, aún con todo y ese tiempo desperdiciado, y horas y horas metido en la PC para actualizarlo y meterle rolas, me gusta, es un buen aparato y quien no lo tenga y tenga posibilidades de adquirirlo, se lo recomiendo, yo ya llevo mi segundo iPhone y aunque ya se empieza a hacer viejito (Es 3GS y el primero que tuve era 3G), nos veremos en el iphone 5, ya verás que no te arrepentirás.
